Pepe Mujica y su reivindicación de la política como voluntad humana

18 de mayo de 2025

 

 

 

¿Es concebible un político que pasa doce años de su vida recluido en una mazmorra infrahumana por ser militante de la guerrilla tupamara y puede mirar sin odios ni rencores? Sí, si pensamos en Pepe Mujica.

¿Es concebible un político que, contra el devastador desfondamiento de la vida comunitaria, mantiene y da vigor a su apuesta por el respeto, la política y la palabra? Sí, si pensamos en Pepe Mujica.

Un hombre sabio y cabal se ha dicho, que no se engañaba a sí mismo, ni descalificaba al adversario con cargo a su indiscutible autoridad histórica. Asumía que, sin ser perfecta, la democracia era el único camino civilizado, capaz de construir y reconstruir sociedades enteras, como ocurrió con su patria.

Como lo recuerda la presidenta chilena Michelle Bachelet, en un discurso ante jóvenes brasileños: “La democracia está llena de defectos porque son nuestros humanos defectos, pero hasta hoy no hemos encontrado nada mejor. Por lo tanto, es fácil perderla y es difícil volverla a ganar. Tienen que cuidarla.” (El país, 14/05/24).

Hombre justo y cabal. Preocupado y ocupado por y en el hombre, la justicia social, el medio ambiente. Infatigable luchador social, humanista en cuerpo y alma, filósofo estoico consecuente hasta el final. Salido de la arbitraria y cruel prisión, abrazó con profunda convicción y envidiable destreza la necesidad de tejer acuerdos, establecer puentes que duraran.

Mirada amplia y severa, generosa y escasa que esa sí, convertida en virtud pública y política, como lo han conseguido los uruguayos con Pepe a la cabeza, buena falta nos hace. Su ausencia se nos presenta a diario como lección dolorosa a medida que la política democrática se nos va como agua entre las manos. En aras de no sabemos qué razón “histórica” se aplasta la deliberación entre distintos e iguales y se impone el eco maldito de la negación y el silencio como vehículos únicos del quehacer en la política y el Estado.

Descanse en paz el gran hombre de palabras, entendimiento y paz. Que sus paisanos lo lloren y sus pares lo honren. Y que el mundo se comprometa con su memoria y haga lo necesario para salvarse como humanidad y natura. Como lo quería este Gran Viejo.

Hablaremos más adelante del Plan Nacional de Desarrollo, recientemente aprobado en ignominioso “fast track” por una mayoría seducida por el poder y sus oropeles. Y de sus funestas consecuencias políticas si es que los mandatarios se empeñan en el auto engaño y repiten que en sus decisiones siguen sus mandatos.